—¡Tenemos una bruja! —grita el populacho de una población medieval inglesa, llevando consigo a una mujer vestida con harapos a la que han colocado un estrambótico gorro en la cabeza y una calabaza puntiaguda por nariz.
—¡Hemos encontrado una bruja! ¿Podemos quemarla?
—pregunta uno de los exaltados campesinos al gobernador de la población.
—¿Cómo sabéis que es una bruja? —pregunta el caballero.
—Parece una bruja. Porque se le nota ¿no lo veis?
—¡Mostrádmela!
Y el pueblo le enseña a la mujer vestida de esa guisa, vapuleada e insultada.
—¡No soy una bruja, no soy una bruja! —exclama desesperada la mujer.
—Es verdad, estáis vestida de bruja —dice el gobernador tras examinarla.
—Ellos me vistieron así. Y esta no es mi nariz, es postiza.
—¿Y bien? —pregunta el caballero al populacho.
—Bueno, le pusimos la nariz y el sombrero, pero ¡es una bruja!
Y todos vuelven a gritar al unísono que es una bruja.
—¿La habéis vestido vosotros así?
Tras un silencio de complicidad por parte de todos los presentes, uno de los campesinos toma la palabra:
—No, no… Sí, un poco, pero tiene una verruga.
—¿Y por qué creéis que es una bruja?
Nuevo silencio hasta que otra persona levanta la mano y exclama:
—Porque a mi me convirtió en un grillo… (todos le miran) y mejoré.
—¡Pero hay que quemarla! —vuelve a gritar el populacho con más ganas que antes.
—¡Silencio! —grita el gobernador— Hay diversas formas de saber si es una bruja.
—¿Ah sí?, dínoslas, ¿cuáles son?
La expectación es cada vez mayor entre la plebe y el caballero se prepara para exponer un brillante razonamiento con la idea de que todo el mundo lo entienda a la perfección.
—Decidme, ¿qué se hace con las brujas?
—¡Quemarlas! ¡Quemarlas!
—¿Y qué se quema, aparte, con las brujas?
—¡Más brujas! —dice uno.
—¡Madera! —dice otro.
—Y ¿por qué arden las brujas?
Un nuevo silencio invade a los presentes que no saben cuál es la respuesta correcta. Al fin se atreve a contestar tímidamente uno de ellos:
—¿Porque están hechas de madera?…
—¡Exacto! Y ¿cómo se puede saber si esta está hecha de madera?
—¿Haciendo un puente con ella?
—Pero también se pueden hacer puentes de piedra ¿eh? — el gobernador deja perplejos a sus interlocutores y prosigue su razonamiento— Y la madera ¿se hunde en el agua?
—¡No!, flota.
—¿Y qué más cosas flotan en el agua?
Cada campesino grita una cosa: el pan, las manzanas, la salsa verde, un grillo… Y en eso que otro caballero que está presenciando la escena grita: ¡Un ganso! Es el rey Arturo
que pasaba por ese lugar en busca del Santo Grial.
—¡Exacto! —dice el gobernador que no sabe quién es— Así que entonces… ¡uhmmm? —y mira al pueblo con la esperanza de que sean los propios aldeanos los que resuelvan el
silogismo.
—Si pesa lo mismo que un ganso es que está hecha de madera
—dice uno.
—¿Y por tanto?…
—¡Es una bruja! —exclama alborozado.
Entonces cogen a la mujer y la llevan a una báscula para pesarla junto con un ganso, comprobando todos los allí reunidos que pesan exactamente lo mismo. De nada sirvió a la
mujer decir que la báscula estaba trucada. Se la llevaron, con gran regocijo, a quemarla…
El rey Arturo, al ver lo versado en ciencia que estaba el gobernador de esa localidad, le recompensa y le nombra primer caballero de su mesa cuadrada…
Monty Python and the Holy Grail
Monty Python y los caballeros de la mesa cuadrada (Hispanoamérica)
Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (España)
Ficha técnica
Dirección
Terry Gilliam
Terry Jones
Guion Graham Chapman
John Cleese
Michael Palin
Terry Jones
Terry Gilliam
Eric Idle
Protagonistas Monty Python
Connie Booth
Carol Cleveland
Neil Innes
Datos y cifras
País Reino Unido
Año 1975
Género Comedia
Duración 91 minutos
Idioma Inglés